domingo, 22 de enero de 2012

Crítica: La Última Noche de la Humanidad



Si la humanidad dependiera de los conocimientos de física de los guionistas de películas como La Última Noche de la Humanidad, en verdad mereceríamos desaparecer, está repleta de absurdos: ¿cómo una radio recibirá señal dentro de la Jaula de Faraday? y no me refiero a la que se encontraba dentro de la jaula para aves, digo, ¡eso se ve en secundaria!; ¿y desde cuándo el vidrio es aislante del electromagnetismo?, esto obviamente dando el beneficio de la duda para que los alienígenas usen ese tipo de tecnología, además dentro de la trama, funciona en algunos casos y en otros no, como en el autobús, osea, ¡es metal y vidrio!

Y por favor, ¿por qué los mas estúpidos merecen vivir?, Sergei vivía contento y seguro con su gato, pero no, tuvieron que llegar los protagonistas, para morir sin ninguna causa. ¿Y desde cuándo todos los rusos hablan inglés?.

De nada sirvieron los planos de la plaza roja y el plagio de muerte instantánea al remake de La Guerra de los Mundos, en un pésimo producto, sin chiste, sin emoción, y con ganas de decir "que ya se acabe por favor".


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